Fósil de tortuga gigante es encontrado en Acre y revela pistas sobre la Amazonía de hace millones de años
- comunicacaoconfap
- 31 jul
- 5 Min. de lectura
En su primera expedición, proyecto financiado por la Iniciativa Amazonía+10 realiza un descubrimiento importante para la paleontología brasileña

En la región de Boca dos Patos, en Assis Brasil, estado de Acre, fue hallado un fósil raro y sorprendentemente bien conservado de una tortuga gigante que vivió entre 10,8 y 8,5 millones de años atrás, durante el Mioceno.
El descubrimiento fue realizado por un grupo de investigación liderado por los paleontólogos y profesores Carlos D’Apolito Júnior, de la Universidad Federal de Acre (UFAC), y Annie Schmaltz Hsiou, de la Universidad de São Paulo (USP), coordinadores del proyecto “Nuevas fronteras en el registro fósil de la Amazonía suroccidental", financiado por la convocatoria de Expediciones Científicas de la Iniciativa Amazonía+10 – un programa del Consejo Nacional de Fundaciones Estatales de Apoyo a la Investigación (CONFAP), con recursos del CNPq, Fapesp y Fapac.
“Encontramos un caparazón de la tortuga de agua dulce más grande que haya existido, la Stupendemys geographicus”, relata Annie, quien estudia la región desde hace casi 20 años. El caparazón hallado, aunque incompleto a partir del cinturón, tenía grandes dimensiones, de aproximadamente 1,70 metros de ancho. “Estimamos que este caparazón, específicamente, habría alcanzado casi 3 metros de largo. Es uno de los mejor preservados encontrados de esta especie —un registro espectacular de esta supertortuga que vivió durante el Mioceno en la Amazonía brasileña.”
La diversidad fósil de la región suroeste amazónica es conocida desde hace más de 150 años e incluye sitios consolidados a lo largo de barrancos y márgenes de los principales ríos de la región, especialmente en Acre. “El problema es que usualmente encontramos fósiles muy fragmentados”, explica Carlos. “Es común hallar pedazos de caparazón, huesos separados y raramente juntos, y sobre todo de animales más pequeños. Encontrar un ejemplar tan grande y bien conservado fue una sorpresa. Ahora podremos compararlo con registros de otros lugares, como Venezuela, donde hay material más completo de esta especie. Tal vez logremos descifrar si se trata de la misma especie o de una variante diferente.”
Carlos compara el hallazgo con el de otros grandes reptiles encontrados en la región, como los caimanes de la Amazonía. “No es exactamente igual, claro, pero en 1986 se descubrió un cráneo completo del Purussaurus brasiliensis, un caimán gigante, el mayor que haya existido. A partir de ese fósil se realizaron estudios sobre su tamaño, mordida, entre otros. Es una buena comparación porque se trata de reptiles que vivieron en la misma época, en un ambiente muy distinto, más cálido, con grandes lagos y ríos.”
El Mioceno (de 23 a 5 millones de años atrás) es conocido por su rica fauna acuática y terrestre, además de haber sido cuna de varias líneas evolutivas amazónicas. “Cuanto más profundicemos en ese intervalo geológico, más comprenderemos cómo se formó la biodiversidad amazónica y cómo el cambio climático provocó extinciones y transformaciones en la región”, afirma Annie.
Expedición Boca dos Patos
El trabajo de campo exigió un gran esfuerzo logístico. El equipo, compuesto por 16 personas —10 investigadores, cinco barqueros y una cocinera— tardó un día entero en subir y bajar el río hasta llegar al lugar de excavación. “El río seco fue la principal dificultad. Teníamos que parar muchas veces para empujar el barco hasta encontrar un trecho un poco más profundo donde pudiéramos navegar”, recuerda Carlos. La expedición tenía un plazo máximo de seis días, ya que el nivel del agua podía descender demasiado, dificultando aún más el regreso. “Tuvimos muchísima suerte, porque este fósil fue encontrado ¡el primer día!”
La recolección del material duró cuatro días, incluyendo la excavación, la preparación de la ‘chaqueta’ de yeso para preservar el caparazón, su remoción y el transporte fluvial hasta la ciudad de Assis Brasil, a unas siete horas en barco —para luego seguir hasta la Universidad Federal de Acre, en la capital. “Si no lo hubiéramos encontrado a tiempo, el material se habría perdido irremediablemente. Cuando llueve y el lecho seco del río se inunda, el agua arrastra todo. No habría quedado nada o, en el mejor de los casos, nada tan bien preservado como la coraza que encontramos”, proyecta Carlos.
La tortuga fue transportada sobre una base improvisada hecha con madera cortada por los barqueros, en su mayoría ribereños y residentes de la ciudad de Assis. La interacción con las comunidades locales, de hecho, es uno de los ejes del proyecto, como explica Annie. “La colaboración con ellos es fundamental para descubrir nuevos fósiles y nuevas especies que nunca antes fueron descritas —o que solo los saberes de las comunidades tradicionales y originarias conocían. Ahora podemos arrojar luz sobre lo que realmente ocurrió en la proto-Amazonía y también comprender la relación de estos pueblos con los fósiles.”
Una de las propuestas del trabajo es precisamente vincularse con moradores que poseen conocimiento sobre zonas con fósiles y han actuado como fuentes, brindándoles reconocimiento y capacitación sobre la preservación del patrimonio paleontológico regional. “Ya tenemos cierto conocimiento sobre la visión que los pueblos indígenas del Alto Río Juruá tienen de los fósiles”, cuenta Annie. “Sabemos del respeto que sienten por los fósiles que encuentran en las orillas de los ríos. Existe una cierta devoción hacia ese material. Nuestra intención es profundizar aún más en la educación ambiental y la concientización sobre la importancia de preservar tanto la biodiversidad actual como la del pasado. Ellos son los guardianes de estos lugares.”
Durante la expedición a la región de Boca dos Patos, también hubo contacto con la comunidad indígena local de la Aldea dos Patos, del pueblo Manchineri. “Fuimos a pedir permiso y a mostrar que estábamos por allí. No trabajamos dentro de tierras indígenas, pero ellos fueron a acompañar nuestro trabajo de excavación”, dice Carlos.
Próximos pasos
El fósil de Stupendemys geographicus fue transportado al campus principal de la Universidad Federal de Acre, en Rio Branco, donde será sometido a análisis científicos y luego pasará a integrar la colección de fósiles de la UFAC. Una de las directrices del programa Expediciones Científicas, por el cual el proyecto “Nuevas fronteras en el registro fósil de la Amazonía suroccidental” está financiado, es que el material recolectado en los trabajos de campo sea catalogado y resguardado en instituciones amazónicas, como forma de preservar ese patrimonio local.
“La colección de la UFAC tiene casi diez mil fósiles y la gran mayoría fue descubierta en sitios cercanos. Con las expediciones a lugares más remotos, aumentamos la posibilidad de encontrar materiales que aún no existen en el acervo o que, aunque ya conocidos, estén mejor preservados y aporten más información taxonómica. Así entenderemos mejor cómo era la Amazonía en el pasado, cómo evolucionaron la fauna y la flora, y cómo se adaptaron a los cambios climáticos”, comenta Carlos.
El objetivo del proyecto es seguir explorando otros ríos dentro de Acre y el sur del Amazonas, una de las principales unidades geológicas dentro de la Formación Solimões. “Después de esta supertortuga, tenemos grandes expectativas de encontrar fósiles aún más interesantes en estos lugares inhóspitos y poco explorados”, dice Annie. “Esta convocatoria de la Iniciativa Amazonía+10 incentiva y despierta aún más nuestra curiosidad como investigadores y paleontólogos para buscar más fósiles en la Amazonía profunda.”
Annie también destaca la importancia de la cooperación entre instituciones. “Tengo una colaboración muy estrecha con investigadores de la UFAC. Todos mis proyectos financiados por la FAPESP, desde mi primer Jóven Investigador, tratan sobre fósiles de la Formación Solimões, en el suroeste de la Amazonía brasileña —o Amazonía Occidental”, cuenta. “Ya hemos producido juntos numerosos artículos científicos y tenemos un enfoque muy fuerte en la formación de recursos humanos, compartiendo investigaciones y materiales, y también promoviendo intercambios entre estudiantes de la USP y de la UFAC. Deseamos que la Iniciativa Amazonía+10 genere aún más frutos”, concluye.




