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En Marajó, pescadores luchan por su modo de vida ante la amenaza del desmantelamiento de la licencia ambiental

  • comunicacaoconfap
  • 31 jul
  • 5 Min. de lectura
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Texto: Leandra Gonçalves

Foto: Lara Sartorio


En la pequeña aldea pesquera de Jubim, en el Archipiélago de Marajó, la rutina sigue el ritmo de las mareas, las lluvias, el amanecer y el atardecer. Según el día y la estación, los pescadores y pescadoras eligen lo que la naturaleza tiene para ofrecer, ya sean frutas como el açaí, cangrejos del manglar o peces capturados con sus embarcaciones.


Esta conexión profunda con la naturaleza no es solo una cuestión de supervivencia. En Jubim, la naturaleza y la vida social se entrelazan en una compleja red de saberes, tradiciones y prácticas cotidianas. Ubicada donde la selva amazónica se encuentra con el océano Atlántico, en la Bahía de Marajó, Jubim se revela como un “maretório” – un espacio donde el territorio se mezcla entre el mar y la tierra.


Sin embargo, este modo de vida está bajo amenaza. Presiones externas, como la construcción de grandes puertos, la explotación petrolera, las grandes rutas de navegación y el cercamiento de zonas de extracción, ponen en riesgo la relación histórica de la comunidad con la tierra, el mar y la naturaleza.


Para evaluar las amenazas generadas por el modelo de desarrollo implementado en la zona costera de Pará sobre la sociobiodiversidad del maretório de la comunidad tradicional pesquera de Jubim, se inició el proyecto **Maretórios Amazônicos**. Este proyecto está financiado por la convocatoria Amazônia+10 y cuenta con el apoyo de Fapesp, Fapespa, Fundação Araucária y CNPq.


Esta evaluación se ha venido realizando mediante la producción de conocimientos transdisciplinarios, a partir del diálogo entre el conocimiento científico y los saberes tradicionales de Jubim.


Servicios ecosistémicos: límites y nuevos enfoques


Al estudiar la relación entre comunidades y naturaleza, muchos investigadores utilizan el concepto de **servicios ecosistémicos**. Esta idea cobró fuerza tras la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, un programa global que analiza los impactos del cambio ambiental sobre el bienestar humano. Los servicios ecosistémicos describen beneficios como la alimentación, el agua limpia, la regulación del clima y el ocio.


Sin embargo, esta visión tiene limitaciones. Tiende a tratar la naturaleza como una proveedora de “servicios” para los humanos, lo que puede reducir la complejidad de estas relaciones a un simple intercambio de recursos.


Para superar esto, se desarrolló el enfoque de las **Contribuciones de la Naturaleza para las Personas** (NCP, por sus siglas en inglés), que también valora los saberes tradicionales, las conexiones emocionales y los significados culturales de la naturaleza.


La terminología “Contribuciones de la Naturaleza para las Personas” es un enfoque analítico propuesto por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), que busca ampliar la comprensión de las relaciones entre humanos y ambiente, valorando no solo los beneficios materiales de los ecosistemas, sino también los vínculos culturales, espirituales y sociales que las comunidades establecen con la naturaleza.


Contribuciones de la naturaleza para las personas


En Jubim, la relación con el ambiente va mucho más allá de lo que los servicios ecosistémicos pueden explicar. La naturaleza se percibe como parte de la identidad comunitaria, de la historia familiar y de los modos de vida.


Para entender cómo los habitantes de la aldea perciben la naturaleza y sus recursos, los investigadores del Proyecto Maretórios Amazônicos utilizaron metodologías participativas, como el mapeo comunitario, el acompañamiento de las rutinas de los moradores, entrevistas, talleres y hasta fotografías hechas por los propios habitantes, con el fin de registrar las contribuciones que la naturaleza ofrece a la comunidad.


En Jubim, se nota que estas contribuciones van mucho más allá del alimento. La naturaleza también provee medicinas, materiales para construir casas y barcos, espacios de recreación y elementos culturales. Frutas como açaí, bacaba y bacuri aseguran alimentación e ingresos. Plantas como andiroba y pau-da-verônica se utilizan para curar enfermedades y aliviar dolores.


Además, la selva y los manglares de Jubim ofrecen un espacio para prácticas culturales, deportivas y espirituales. Lugares como las playas y los arroyos no son solo áreas de pesca, sino también de encuentro, celebración y memoria.


Mapeando saberes, conflictos y resistencias


Durante los dos años del proyecto, se observó que, a pesar de la riqueza natural, la comunidad enfrenta una serie de desafíos:


Declive de la pesca: En las últimas décadas, los habitantes notaron una disminución en la cantidad de peces o conflictos por el uso de áreas de pesca. Muchos necesitan viajar varios días hasta zonas más alejadas para tener buenas capturas. Esto se atribuye a factores como el paso de grandes buques, el impacto de la pesca industrial, el uso de redes de malla fina y los efectos del cambio climático.


Cambio climático: Los moradores notan cambios en el ciclo de las mareas, en el comportamiento de los cangrejos e incluso en la erosión de las orillas de los ríos.


Especulación inmobiliaria: Zonas tradicionales de recolección de frutos y extracción están siendo cercadas por desarrollos inmobiliarios, impidiendo el acceso de la comunidad a los recursos naturales.


Grandes proyectos de infraestructura: Puertos, ferrocarriles y exploraciones petroleras planean instalarse en la zona costera de Pará, lo que aumenta los riesgos para la biodiversidad y la autonomía local.


Estos conflictos forman una red de amenazas que, si no se contienen, pueden desestructurar el modo de vida tradicional de la aldea.


Cinco principios para una gestión costera más justa


A partir de la experiencia en Jubim, proponemos cinco principios que pueden contribuir a una gestión costera más justa:


1. Fortalecimiento comunitario: Apoyar las iniciativas locales, garantizando la autonomía y el protagonismo de la comunidad.

2. Co-producción de conocimiento: Unir saberes tradicionales y científicos para planificar el futuro de manera inclusiva.

3. Incidencia y negociación: Asegurar que la comunidad tenga voz y poder en las decisiones que afectan su territorio.

4. Valorización cultural: Fomentar prácticas tradicionales como la pesca artesanal y el extractivismo sostenible.

5. Cuidado ambiental: Promover el uso responsable de los recursos, respetando los ciclos naturales


La importancia de escuchar y aprender con Jubim


La adopción de metodologías participativas va más allá de la simple recolección de datos. Busca que los habitantes sean protagonistas en la producción de conocimiento sobre sus territorios.


Sin embargo, es importante recordar que los mapas también pueden ser instrumentos de poder. Para que la cartografía participativa realmente fortalezca a la comunidad, debe estar vinculada a procesos que garanticen la autonomía y el respeto a los saberes locales.


Con estos principios, el proyecto buscó construir un mapeo del maretório de Jubim que no se agote en el papel. Es parte de un objetivo más amplio de valorización de los modos de vida locales y de lucha por la justicia socioambiental.


Una lección desde Jubim


La historia de Jubim muestra que conservar el medio ambiente también es preservar culturas, modos de vida e historias que se entrelazan con la naturaleza. Las amenazas son grandes, pero el potencial de la comunidad es aún mayor. Apostar por el fortalecimiento local y las prácticas tradicionales relacionadas con la biodiversidad es el camino para garantizar que el ritmo de las mareas y de las lluvias siga guiando a las futuras generaciones en Jubim y en tantos otros territorios costeros de la Amazonía.


En un momento en que la Amazonía y sus poblaciones tradicionales están bajo intensa presión, experiencias como la de Jubim muestran caminos alternativos para la relación entre humanos y naturaleza.


Un ejemplo significativo de este enfoque puede verse en las prácticas de pesca comunitaria, que respetan los períodos de reproducción y aseguran la sostenibilidad del stock pesquero local. Además, a través de la escuela pública de Jubim, se promueven encuentros para fortalecer la identidad cultural y el sentido de pertenencia de las nuevas generaciones, mostrando que la relación con la naturaleza puede construirse con respeto y reciprocidad.


En lugar de tratar el ambiente como un recurso a ser explotado, la comunidad de Jubim nos enseña a ver la naturaleza como parte de la vida, la cultura y la memoria. Proteger estos modos de vida es esencial no solo para garantizar la existencia de estas comunidades, sino también para inspirar nuevas formas de pensar nuestro futuro común.



 
 
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